El Puntito del G

miércoles, junio 14, 2006

Capítulo XVIII: Moi, je t'aime aussi


Dominante y dominada. Tan lejos pero tan cerca. Esperando el estallido.
Palabras desde la ardiente Brasil que inician la sucesión de escalofríos en los voyeurs. Aparecen rombos en las esquinas de los monitores de los que, agazapados, se dejan provocar.

Los dos esperando respuesta que nos mantenga vivos en su verano y en mi invierno. En mi verano y en su invierno. Dejándonos ver, abriendo las cortinas de la siesta de los insomnes, los que querían más, más que nosotros incluso. El juego de la seducción que alimentábamos con las miradas de un foro que se calentaba al mismo ritmo que los protagonistas del folletín de tarde.

Sudor frío. Queremos más. Tensos silencios buscando una réplica más febril que la anterior. Ojos fijos en las pantallas. Manos escondidas. Orejas sonrojadas, palpitaciones. Roces que se hacen más reales a medida que avanza la tarde. Carne de gallina, sensibilidad extrema, vergüenza, jadeos. Imaginación que atraviesa fronteras, que hace plegrase las faldas en la Vieja Europa, negar la lascivia que ha despertado como después de una pesadilla, tensa, nerviosa, que hace retorcerse los sonrojados rostros de incautos observadores, que les empuja a buscar más monedas para que el espectáculo continúe, un poco más...

Mmmm… la colegiala, sus largos calcetines por encima de las rodillas, encaprichada, aprendiz con lascivia en la mirada, boca entreabierta, esperando… deseando esas 500 noches, sin entregar por completo sus armas… mordiendo el zafio vocabulario del momento. Aceptando las miradas de los demás, perdonando el morbo, alimentándolo, dejándose hacer, consumiendo cada minuto con los ojos entornados, jadeantes… ojos que hablan…

Y él, hombre, Marqués de Sade, maestro consciente de que reconocer su debilidad ante una niña, ante un contacto imposible, prohibido pero público, observado por todos, sería su perdición. Cuidando cada palabra, cada gesto. Utilizando toda su artillería. Sabiendo que cualquier movimiento en falso, le delataría. Manteniendo su fuerza, con las manos temblorosas sobre el teclado, retorciéndose, esperando… calmando a la fiera o azuzando sus más bajos instintos, despertando la carne dormida… Depredador devorado bajo los focos de la red...

Se dejaba domar sabiéndose más débil, hacía ronronear a la gata desde dentro, capaz de secar un océano en una sola tarde, de hervir su agua sin enfriarse ni un grado… con la más sensual de las conversaciones o con las más burdas palabras, … conocedores ambos de lo que el otro pedía sin decirlo, … siempre.

Ardiendo su verano. Caldeando mi invierno.
Santo, you make me feel wild...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Carnal, el apellido te hace honor. Es más, si de segundo fueses Ardiente, nadie se extrañaría.

12:51 p. m.  
Blogger sanpaolista said...

sigo muy poco convencido de eso de "sabiéndose más débil" pero bueno.
Uhmmmmmmmmmm rum-ana, wild thing

1:44 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home

courses: Manuali Qualità e sviluppo