El Puntito del G

lunes, junio 19, 2006

Capítulo XX: Esto es un infierno


A mi me pillaron por sorpresa. Dicen que en el arte de la guerra todo vale, como en el amor pero a mi me pareció un abuso. Incluso hoy me revuelvo ante semejante ataque rastrero. Llevaba 20 días en el paraíso, era una inocente criatura jugueteando en un jardín enorme, atravesado por el sucedáneo del Me-Kong que el Icex me había dado, sin que sus padres le prestaran mucha atención. Libre y sin preocupaciones, el niño del Imperio del Sol antes del bombardeo masivo de los japoneses. Y entonces llegaron. En su favor diré que no llevaban pinturas de camuflaje y aun asi su táctica fue más efectiva que la de los SEAL americanos. Certeros, precisos, crueles. Me arrojaron a la cara millones de cerraduras, en sus distintas variantes y cuando me empezaba a sacar hierros y piezas metálicas de la boca, me empezaron a gritar acerca de bisagras y qué sé yo que más.

Eran los Patxis, la elite de los mismos, porque consiguieron asustarme mucho más que las hordas que después vinieron como los pueblos visigodos. Seguro que sin la connivencia de mis sádicos jefes, no hubiera sido posible tan aplastante derrota pero es dificil asegurarlo. Eran solo 3 y tan solo 3 días después de haber llegado ya estaban levantando sus campamentos y yendo a nuevos pastos para destrozarlos pero su herida fue mortal de necesidad.

Su lista de exigencias para mi claudicación era infinita, cual nazis en la Francia ocupada y su lenguaje oscuro, menos mal que uno no es tonto y cuando decían contactos comerciales sabía leer entre líneas y citarles con las señoritas de los departamentos de relaciones públicas de los sitios de más dudosa moralidad en Sao Paulo.

Eran insaciables, a un esquema apretado durante las horas comerciales, se unían requerimientos para su tiempo de ocio, supongo que los Patxis sean como los cantantes de música pop, que en su tiempo libre siguen cantando porque es lo que les gusta.

Pero sobre todo eran poco realistas, los Esteso españoles creyéndose los Nachos Vidales, en el país de los eunucos. Se les llenaba la boca con sus dotes y artes y yo, que era novato pero no tonto, los miraba como si fuesen un liliputiense convencido de poder dominar la tierra de los Gulliver. Y pemsar que siempre me había preguntado el significado real de la “ignorancia es la madre del atrevimiento”. Joder, la escuela de la vida me lo enseñó en Sao Paulo.

Misión comercial ya nunca significará lo mismo después de aquellos días: hoy, como EEUU frente a un eventual ataque químico estoy preparado, con listas eternas de restaurantes y tablas Excel de locales de relaciones públicas de esos que ellos procuran pero no piden a las claras. Hoy ya soy esa furcia francesa de la resistencia en Vichi, capaz de cualquier treta a la hora de negociar con los abyectos Patxis que irrumpen en mi pacífica aldea.

Mi deber era hablaros de ello y para ello utilicé nuestro moderno tam-tam. Sólo espero que cuando Turquía, Egipto o Rumanía, por nombrar sólo 3 recibieran los posteriores ataques iracundos de los Patxis de algo sirvieran mis gritos de aviso.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Desde aquí, no hemos tenido ocasión de conocer a tan singulares elemnetos. Pero no debes despreciar la influecia que estos personajes tuvieron sobre tu persona para conocer sitios que de otra forma dificilmente hubieras visitado.

12:31 p. m.  
Blogger Lilith said...

Y lo que aprendiste a desarrollar tu paciencia y tu autocontrol al reprimir tus ganas de lesionar a alguien...

7:26 a. m.  
Blogger South said...

Seguro que aprendió a reprimir las ganas???

Los patxis... es que es super gracioso...

7:47 a. m.  

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