El Puntito del G

miércoles, mayo 31, 2006

Capítulo X: La Ley de la Palanca

Podíamos habernos quedado con todo el follón de los destinos y los desatinos, con la rivalidad y la competitividad que quisieron crear entre compañeros, los nervios, los cambios de provincia, las bodas y bautizos, las celebraciones, las risas, los lagrimones como puños, las despedidas, la incertidumbre, la imposibilidad de hacer planes a largo plazo (o corto, o medio, O-liveira), los proyectos, las copas, las cenas, los desayunos, las preguntas absurdas, las furgonetas con jirafas, las prisas por llegar a chino, los cabreos porque nada nos salía, las videoconferencias en clase de marketing internacional, las clases en inglés, los “I love your accent”, las defelichadas, los yo no soy de económicas”, las madres del de al lado, los juergues, y los viernes, los portátiles, el Messenger, los Don Pablo, las listas con celdas de colores, los zurdos que no podían examinarse en el salón de actos, el ranking, las clases de Fiscalidad Internacional, las declaraciones de la Renta a última hora, los coches que no arrancaban a cinco bajo cero, los que no encontraban aparcamiento, los que lo tenían debajo de las aulas, las casasoladas, las ojeras, las batallitas de Lucky, la “experiencia becarios”, los exámenes de italiano, los de portugués que salvaron a más de uno de la quema, los grilletes que dejaron a otros en casa a pesar de todo, la Plaza de Olavide, el Chesterfield Café, la caravana de Carlinhos que nunca nos unió, las fiestas CECO a las que no llegamos, las que sí, los amores platónicos, las esperas en Cibeles, las risas por teléfono, las UTEs, las patentes, las curvas de población activa, los intentos de despertar la humanidad de cada uno en clase de estrategia, los que hacían poco y los que hacían menos, las entrevistas de trabajo, las dudas, los novios, las novias, los queridos, el nudo en el estómago, las canciones encima de una mesa, los cuellos de la camisa levantados en homenaje a Elvis, los “yo no puedo beberme otra”, la escenas de exaltación de la amistad, las caídas, las fresas, las chapatinas de máquina, la empanada que comíamos una vez y rumiábamos diez, Rosana, las meteduras de pata en los ascensores, la emoción al conocer un país nuevo como Polonia (??!!!), los chistes sobre balanzas comerciales, las gracias que no entendían nuestros amigos de siempre, los gráficos de Excel, los vídeos de ZARA, los EH? de Oliveira, las galletas del Presidente de la Asociación del Dulce (¡¡trabajazo!!), las “comprobaciones” antes de entregar el test y las cervezas en el Green cualquier día.

Podíamos haber dejado pasar esos seis meses, haberlos disfrutado, unos más y otros menos, y poner fin. Haber seguido cada uno a lo suyo. Haber obviado lo que tenemos en común, que es menos de lo que nos separa, habernos aferrado a lo más cercano, pero, vamos a ver, ¿no somos JASPs? (juaaa, juaa!!! ¿os acordáis?).

Sí señor, “Bienvenidos a la Era de la Tecnología”. Fascinante. Internet. Usos horarios que burlamos todos los días por mantener el contacto, por no olvidar todas estas cosas, no dejar que pasen por nosotros sin más. Y eso que ha sido duro convencer a más de uno (alguno aún se resiste, como cuando aparecieron los móviles) de gmail.

Más difícil todavía.
Tito tito tirori to ti to...

Peleas en red. Enfados, piques, desapariciones, apariciones estelares, quejas, lamentos, divanes, calentones en las oficinas comerciales, secretos a voces, preguntas sobre incoterms, correos absurdos, frases que serán épicas (aunque nos la pele), tópicos, poemas, resacas, borrones de las listas, vetos (¿?), fotos lamentables, autofotos, Estambul, planes de viaje, caricaturas en blanco y negro, garrafales faltas de ortografía (de TODOS, ya saldrán, ya...), necroporras, monstruosidades, fotos de Leo, solidaridad becaria, clavelitos. Sexo, mentiras y cintas de video.

No era tan complicado, entonces.. Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Dadme gmail y lograré que todo el mundo escriba.

martes, mayo 30, 2006

Capítulo IX: ¿Building the team?


Los anglosajones en sus ambientes de trabajo tienen un nombre para todo. Tienen a 100.000 personas trabajando para analizar la perfecta postura corporal de los empleados ante el ordenador, el posible pinzamiento del brazo al utilizar el ratón y por supuesto cómo construir y favorecer las relaciones interpersonales en el ambiente de trabajo.

La mayoría de estas cosas a nosotros nos parecen ridículas, típicas de sociedades que siguen teniendo que crear empleos en la industria de servicios, para que sus cifras de paro sigan cuadrando. ¿O no hay gente que gana una pasta por pasear perros o tertulianos todólogos pululando en nuestras vidas?

Pero analicemos más de cerca si los apagados anglos tienen algo de acertado en su aproximación de mejorar las relaciones entre empleados: yo lo sufrí en mis carnes en la isla de la lluvia. Hay una fiesta de empleados a la que es obligatorio ir. ¿Fiesta y obligación? No casan, no me da la gana. Temperamento latino contra tozudez sajona de lo dicen los estudios. Y obligado fui. La fiesta es sinónimo de alcohol y la teoría dice que te puedes desinhibir más fácilmente con alcohol de por medio, que todos los que te rodean porque fueron obligados también van a hacer exactamente igual y que la relación laboral va a mejorar, las personas que hasta ahora trabajaban individualmente en el mismo espacio, van a acabar siendo un equipo. Building the team.

Y funciona: al día siguiente apareces derrotado, con gafas de sol (en la isla de la lluvia, juas, juas), queriendo morirte pero tienes a todos los demás alrededor igual o peor que tú y un montón de historias graciosas y anécdotas que compartir y, en ocasiones, que recordar a quien es de memoria más frágil.

Pero vamos, que todo eso son ganas de etiquetar, que eso lo hicimos nosotros desde la primera fase: este post pretende sólo ser un homenaje a todas esas fiestas y farras que nos corrimos en la capital del reino durante el master, sí, ese 2005 en que vivimos peligrosamente. Ahora analizad si realmente eso no apoyó a conocernos un poco más, si a veces no nos echamos las risas de nuestra vida con alguien con quien no habías cruzado más de una palabra en clase... Porque hay momentos memorables, probablemente cualquiera que lea este blog, porque somos como La 2, para un público minoritario, recordará la gloriosa pregunta en la Plaza Mayor: fue 4 meses después de haber empezado el master, llenos de cerveza, con bocadillos de calamares intentando flotar en nuestros estómagos cuando la turca, con sonrisa de azafata de quien realmente quiere dar la bienvenida preguntó a la romana: ¿tú vas a mi clase?. Todavía estoy escribiendo esto y me entra la risa recordándolo.

Y sí, entonemos el mea culpa y yo también aprendí de mi mismo que era bien capaz de practicar buenas artes marciales, creo que a alguno de vosotros también le quedó bastante claro. El nigeriano acuñó la expresión de "dar un par de Marios" a partir de ahí.

Las dotes de cantante de la rum-ana quedaron expuestas (y hasta aqui podemos leer), si bien quien tuvo la oportunidad la recordará como mejor conductora, en las carreras de los Autos Locos con la turca por la Castellana con un Madrid vacío y un ciego importante.

Al noruego se le recordará por su habilidad de romper botellas y andar por encima de sus cristales como Cristo por encima de las aguas, pero también por su capacidad de 100 abrazos por minuto que alcanza una vez el alcohol macera en su organismo, inigualable, ni siquiera esa tía-abuela de tu padre que te ve cada dos años y que tú nunca recuerdas es capaz de desplegar esos abrazos. La risa contagiosa del Inditex, la siesta en la Latina a eso de las 4 de la mañana sobre un cómodo suelo de cemento de Dusseldorf, la sutil cabronería de la chilena, la verborrea a la enésima potencia del montañés, las montañesas de los 3 cántabros en Huertas a horas intempestivas, la sonrisa eterna de la de Seúl y Miami, la resistencia de algunos, los desayunos al amanecer que incluían albóndigas (rabia me dio perderme ese), los sitios a los que llamas a la puerta y por primera vez en Chueca no te sientes ridículo por ir en traje...

Hay 300 recuerdos, cada uno tendrá los suyos, de hecho yo supongo que tenga menos que los demás, pero bueno también tuve más resaca que los otros, asi que lo comido por lo servido, pero como en la Oca de ciego en ciego y vuelvo a beber porque me toca nos fuimos conociendo más y el G trascendió las 4 paredes de la 304. Todo esto no es apología del alcoholismo, por si hay niños que leen esto, alcohol malo, pero ¿quien soy yo para discutir teorías de gente que se gana la vida con ellas?.
Brindemos por el building the team!!!!!

lunes, mayo 29, 2006

Capítulo VIII: Una Balsa de Aceite


Terminó la incertidumbre. Pasó el Día de la Marmota. A finales de agosto, todos teníamos al menos una ligera idea de cuál sería nuestro futuro más inmediato, siempre que los astros no se alineasen de nuevo para retorcer aún más el destino. Nadie podía asegurar que fuese la última.

El final del verano llegaba... y, de vuelta a Madrid, y unos se preparaban para buscar un trabajo a partir de octubre mientras otros vivían su “fin de curso” particular, esperando retomar de nuevo las clases.


Nueva reunión de becarios ICEX en Madrid en la que se echó de menos a Alicante, que probablemente confundió, con la inestimable ayuda del gallego que se convertiría en el señor INDITEX, Huertas con Ankara y se quedó esperando al lado de otra diosa, La Cibeles, para alegrarse el verano; a Santander, bueno, a uno de ellos, que aparecían en el CECO como setas en un pinar; Madrid con pelo corto y gafillas, no dejó pasar ni uno solo de los bombardeos que casi espontáneamente se organizaban un martes en la plaza de Olavide, con un sofocante calor que hacía, si cabe, más fácil tomarse unas cañitas (de medio litro, pero cañas al fin y al cabo) sentados en la calle, esperando a que El Cairo, Méjico, Miami (¿qué fue de Miami?), Santiago de Chile, Montevideo sin bicho, y otras chicas del montón, apareciesen antes de que fuese demasiado tarde para intentar levantarse sin tambalearse.
Málaga tomaba el sol, llamaba de vez en cuando y esperaba, apostado en el mar, a que EXTENDA se lo llevara a sufrir mal de altura. Roma se prodigaba poco por esos lares, curándose del encanto que esperaba de la Ciudad Eterna en la Costa Marrón de la Ciudad del Mundo; Garas disfrutaba del metro de Madrid (vuela) para hacernos reír con comentarios de lo más inesperado, con la sonrisa de niño cabrón y la jarra de cerveza en mano; Oslo, con sus trajes de verano en la maleta, alternaba el tinto de calidad con las mudanzas, las fiestas de los alrededores, la sala Sol, los paseos en Mochi por Atocha y las despedidas de los amigos de siempre; Ankara…se buscaba a sí misma y a amigas que nunca aparecían, Dusseldorf comía pescadito en Cádiz, Nigeria apuraba los últimos restos de botillo, Berna, la extrema discreción, esperaría casi hasta el final para dejarse ver; Sao Paulo, a bombo y platillo, reconocía, finalmente, que Buenos Aires tampoco era para tanto; El Cairo sudaba la debilitada fiebre amarilla, suplicando a IR y a MN que aquello sirviese para algo; Dubai se preguntaba quién le robó el mes de abril en Moscú; Santiago de Chile, (su vieja la coneja), sacaba energía de debajo de las piedras para no querer irse a casa ninguna noche; Seúl, en Vigo de marisqueira; en fin, todos en Madrid, donde fuese, en un bar casi siempre, preparábamos la Última Cena…

jueves, mayo 25, 2006

Capítulo VII: El efecto ornitorrinco

Tiemblan las manos al recordarlo, la vela con la que ilumino estas páginas que escribo vacila ante los terribles eventos de aquellos días... su luz no basta para alejar el horror del recuerdo.
Efectivamente, después de haber estado haciendo cábalas, de combinar y recombinar las notas hasta la saciedad, tener a toda la familia y aledaños poniendo velas en todos los recintos sagrados habidos y por haber, después de no dormir durante días enteros, de morder las paredes y ver cómo ardían lentamente los apuntes en sus bonitas e inteligentes carpetas del CECO, por fin, lo supimos.
Respiramos. Cogimos aire, apuntamos con el dedo a la pantalla y nos buscamos en la lista. Doscientas ochenta y pico personas buscando en una lista con doscientos veintisiete nombres... mientras buscabas tu nombre, veías pasar el de montones de compañeros: mira, en las Marianas, en Sebastopol, en Djibuti... y al final, con pálpitos en el corazón, te encontrabas.
El messenger estallaba de mensajes azules en la barra de herramientas, porque todos llevábamos tres días colgados del ordenador. El mundo se paró durante, tal vez, diez minutos.

Alguien dijo que como estábamos mirando, no se veía bien la lista (maravillosa página, la del ICEX), pero que la beca estaba en nuestro espacio personal. Y allí estaba, para quienes estaba, reluciente y hermosa. Ya daba igual el destino, aunque hubo disgustos, también hubo alegrías, felicitaciones, autoreproches (tenía que haberme aprendido mejor los INCOTERMS...) Ahora sí que estaba echada la suerte.
Y la gente empezó a prepararse para partir. Muchos dijeron que no a trabajos, algunos se despidieron (porque pocos habían sobrevido trabajando), otros se pusieron hasta arriba de vacunas que no les hubiesen dejado participar en ninguna competición deportiva, y la gran mayoría se dijo que empezaban las vacaciones, que eran las vacaciones más merecidas del mundo, y que se iba a la playa a tostarse, o a la montaña a hacer retiro espiritual, o a las cavernas a volver a la naturaleza primigenia, pero que no quería volver a ver un ordenador en, por lo menos, dos semanas.
Y entonces ocurrió; la suerte estaba mal echada.

Al principio fue sólo un rumor, pero las voces se sumaron una a una y de pronto los gritos oscurecieron nuestro cielo. Se habían equivocado. Había gente que no estaba y debía estar y gente que estaba que no debía estar...
Después de hacernos hacer miles de documentos en excel, algún ornitorrinco se había cruzado mientras calculaban el ránking final (el definitivo, el final de los finales, la prueba más absoluta del mundo de lo que las borracheras habrían influido en nuestros destino, nunca mejor dicho), el encargado se habían equivocado en una simple ponderación y habían trastocado el orden del ránking, no contando bien los idiomas. Y fue el caos. Todos corriendo como pollos sin cabeza, acusándose mutuamente de haberse quitado el destino. Metieron a los damnificados en los puestos de quince personas a las que amargaron la vida hasta extremos insospechados... siempre poniendo parches, hasta que de tanto parche, no se vea lo que alguna vez hubo debajo.

Cuando comprendieron la injusticia del segundo error era demasiado tarde para todos, iban a tardar una semana más en echar la suerte de una maldita vez. Eso nos llevó al quince de agosto, cuando ya teníamos que tener prácticamente todos el billete en la mano, y casi un mes más de lo esperado. La agresividad que todos habíamos pensado que quedaba atrás, resurgió una vez más en el foro, y los mensajes de felicitación por los destinos fueron anulados.

Demasiado tarde, y demasiado mal, nos recolocaron, nos cambiaron Asia por África, África por América, América por Europa, hasta que ya no supimos dónde estaba cada continente y cada persona. Y lo que es peor, a quince que habían pensado que estaban entre los viajeros, los dejaron con la maleta y sin destino. La incertidumbre de aquellos días, llamando al ICEX como posesos para ver qué posición ocupábamos de verdad en el ránking... yo estoy en el menos cuarenta y tres, yo estoy en el veinticindo T de tocado y hundido, yo me tomado todas las vacunas, quiero que me den el mismo sitio.... ya me da igual dónde me manden, pero que no me manden al cuerno... pero sí, hubo a quien mandaron al cuerno, con la miel en los labios.

Y lo que debía haber sido un período de fiestas, lo fue, una vez más, de nervios y de especulaciones, con falsas promesas de por medio, y, lo que más nos dolió, sin una triste excusa por haber jugado con nuestros sueños.

Pero como en esta vida todo se olvida, incluso antes de perdonarse, y ya nos habíamos acostumbrado a las lentejas, después de un breve lapso, volvimos a encontrarnos, y a ser felices (como en la canción de ABBA), aunque eso es parte de otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.

Capítulo VI: Aquel verano del 2005

Ju, ju, vacaciones Santillana, desde el 12 de julio, casi como la Revolución Francesa, arder había ardido casi lo mismo, de neuronas, sistemas nerviosos y noche madrileña. Si esto fuera la Biblia, encontraríamos un versículo que dijera "y las aguas volvieron a su cauce". Pero como no es la Biblia ni es una historia de ficción tampoco era para tanto. Sí, habíamos acabado y presentado el proyecto, la semana de exámenes de la tercera fase había cerrado con la particular mascletá que el eje del Mal ICEX-CECO nos habia reservado en forma de test de 100 preguntas que restaba (ay, en esos días ya todo el mundo sabía qué significaba que restaran y cuántas podían responder a boleo para que te compensase y nos daba tiempo en una hora a hacer un gráfico Excel que demostrara todo eso y presentarlo como papel de borrador al guardián entre el centeno que nos cuidaba y se cuidaba de que no copiáramos ante tan "trascendental examen").

"Calma total" exactamente como la película todo indica calma pero no paras de menearte nervioso. Secuelas del gas naranja? Por más que me gusten las teorías de la conspiración no tengo pruebas de que nos rociaran con eso, pero todo es posible. Al fin y al cabo, ¿quién me dice a mi que lo que llevaba IR en el pelo quemado ese era laca y no un poderoso agente químico? No, los nervios venían de la inminente publicación de los destinos, el master dejaba de ser un fin en si mismo y empezábamos a ver el bosque detrás de los árboles. Por más absorbente que hubiera sido, la finalidad última del master era alcanzar el destino y ahora eso se veía ahí, sin nada más que entorpeciera la visión. Lo mejor, o lo peor de todo, que la suerte estaba echada. Sólo quedaba esperar.

Y tu madre como Julio César, repitiendo constantemente, pero tranquilo hijo, la suerte está echada, "alea jacta est". Y tú repitiéndote, "madre sólo hay una" pero como vuelva a oir lo de tranquilo, hijo, empiezo a hacer caso a las voces que no paran de chillar en las paredes de mi cabeza.

Y las notas de la tercera fase salieron, el moreno acumulado esos días de vino y rosas se nos caía delante del portátil, mientras te buscabas en el PDF ultraprotegidísimo que el CECO había colgado en su página. Y entonces a hacer cábalas, a jugar con los números como Pitágoras pero sin dar pie con bola, faltándote demasiados datos para despejar la incógnita, joder que soy de letras puras.

Las cuentas te salen, como al niño que hace memoria de sus méritos antes de escribir la Carta a los Reyes Magos que también le salen de más. Y llegas a la conclusión de que puedes relajarte pero las voces siguen activas y se van trnasformando en Nostradamus gritando cada vez más fuerte: AUN NO HAS VISTO NADA

miércoles, mayo 24, 2006

Capítulo V: El perro encima de la ventana


Recuerdos no tan nítidos y no porque esa época de nuestra vida no quedara marcada a fuego sino porque aquella tercera fase era rápida y subrrealista, todos con la lengua fuera intentando sprintar para llegar a nuestra Tierra Prometida. No hablo del destino, que para algunos se había convertido en otro paso, sino de las vacaciones de verano, la fiesta fin de curso en toda regla, ansiada como niño de párvulos. Lo cierto es que los nervios ya estaban a flor de piel y si tenías tanta suerte de no sentir los tuyos, las ramificaciones de los de los demás te iban a poner la zancadilla hasta perder los estribos.

Por aquel entonces se discutía de todo, era como el Ágora en la que Platón y Sócrates hablaban del mundo de las ideas pero un poco más chabacano, quiero decir, seguro que Sócrates no pensaba "este cabrón ya tiene plaza en Efeso, por eso está tan tranquilo".

La eclosión del surrealismo fueron los días de los exámenes de los idiomas "optativos", ni que pudiéramos optar por cogerlos o no cogerlos: se veía a gente practicar monólogos en chino mientras el de al lado le decía "lo estás diciendo mal, has empezado por el otro lado" (??!!!), a los rusos jurando en hebreo a falta de mayor conocimiento de la lengua de Tolstoi por ser los únicos que tenían que hacer una redacción escrita, los japoneses practicando sus diálogos en pareja y los de árabe... yo qué sé los de árabe, yo estaba intentando dilucidar qué verbos utilizaban acusativo.
Como una película de Buñuel sin editar, la Torre de Babel ridiculizada pero sólo para el ojo experto porque allí no se construían frases más allá de "el perro encima de la ventana", frases que no oraciones porque aquello no tenía visos de alcanzar el sentido completo. Jaaa!, la elite en el jardín Zen o la caricatura del concepto. Apuesto a que si se hubiera mandado una grabación de esos momentos a nuestros progenitores, más de uno hubiera retirado a sus hijos para evitar daños psicológicos posteriores. Lo único fácil de entender eran los gritos de lo tuyo es más fácil y los conciliadores de tranquilos, que IR ha dicho que las notas se van a intentar uniformar. Joder con el rey Salomón hemos topado, pero si esa hubiera cortado el niño y no en 2, cada mitad para una de las madres que discute sino en 3 para quedarse ella con la cabeza como trofeo.

Pero para qué negarlo? El friki chiquitito que está dentro de nosotros disfrutaba como un enano contando a sus amistades que estudiaba árabe, los que iban en metro, llevaban siempre a la vista su libro amarillo de chino y los de ruso envidíabamos sobre todo a los japoneses que para qué tener un libro si podían tener tres. Recuerdo las miradas bizcas de mi compañero de viaje por accidente en el vagón del metro intentando procesar lo que sus ojos enviaban al cerebro: joder, hasta para él sería una anécdota para contar (pues iba en el metro hoy con un tío haciendo ejercicios de ruso!!)

Supongo que IR esté sudando sangre ahora y que por eso aun no nos haya llegado comunicación de la Escuela Oficial de Idiomas en la que se nos ofrece entrar en 4º tras tamaño dominio de las lenguas. Así que desde aqui, todos en postura alfa, emitiendo ondas positivas de energía para que esa gran Kofi Annan que el destino nos concedió conocer, consiga derrotar al yugo burocrático de las malvadas EOI de España. Todo se andará, después de todo mne enravitza gavaritz parruski o algo así.

martes, mayo 23, 2006

Capítulo IV: La Teoría



Llegar a las cuatro y media de la tarde al edificio inteligente no nos hacía gracia a ninguno. Sobre todo porque a esa hora, los turnos de mañana salían y se iban a tomar una cañita al Green mientras nosotros teníamos que aguantar estoicamente cinco horitas (cuando no eran más) de clase.

La primera fase, a pesar de ser la más aburrida (“homogenización de contenidos”), se nos pasó bastante rápido. Los días iban poco a poco siendo más largos, el sol salía tímidamente, y, sobre todo, aún no sabíamos dónde nos habíamos metido.
Un señor, al que le dolía la pierna, pedía voluntarios para dibujar y explicar gráficos de oferta y demanda en la pizarra; otro, un misógino con aspiraciones en la vida, pataleaba sobre la inmaculada moqueta del aula hablando de “acojonotrucos de marketing”, sobre Barbie Dominatrix, o sobre la cantidad de tiendas de electrodomésticos que dirigía. Nos hablaban de Libros Mayores y nos hacían recordar a Don Pablo, escondidos detrás del monitor, metidos en el msn enviando mensajes al de al lado, en las que quizá fuesen las lecciones más útiles sobre cómo salvar cualquier papeleta gracias al gusanillo de google (“gugl”).

Y pasó la primera fase como un suspiro. Llegaron los exámenes, los líos (tipo test, sin test, cuenta, descuenta, todos pasan, echan al 30% con menores notas, las intervenciones en clase cuentan, no cuentan, los idiomas sin empezar...), un montón de bulos que se nos iban haciendo familiares y a los que no sólo nos acostumbramos, sino con los que llegamos a aprender a vivir.

Aquella semana terminó en casa de Méjico, con demasiado alcohol en vena, muchas risas, exaltación de una amistad naciente, algún golpe que otro desde Sampa, y un enorme bol lleno de fresas enteras a las tantas de la noche que nos dio la vida; aderezado con Objetivo Birmania, Alex y Cristina, y, como no, Los panchos, que lograron que en medio del caos, todos, por un momento, cantásemos desgañitándonos como gatos despellejados, aquello de “Si tú me dices ven, lo dejo todo…”
Y seguimos con la segunda fase. Bueno, casi. La excelente y eficiente dirección del Máster, dos meses después del inicio, se encontró con que no todos los alumnos cumplían las condiciones de acceso. Así que el G, y sobre todo uno de los grupos de trabajo, se quedó cojo al perder al catalán que intervenía en clase con más desparpajo desde el primer día. De repente, y de la misma forma que Ankara entraba en clase, como un pulpo en una cacharrería, las noticias de la expulsión del catalán llegaron y, todo en una, visto y no visto, desapareció.
Los rumores sobre posibles desalojos crecían día a día. Como la mafia siciliana, IR y sus secuaces dejaban cartas a nombre de Seúl, o de otros muchos, con tono amenazante en un intento de no dejar que nadie se durmiese en los laureles...
Pero como siempre en la vida, cuando los problemas o los obstáculos parecen insalvables, aparecen otros mucho peores que nos enseñan a no preocuparnos por sandeces. Así que, el famoso ranking, que por unos días consiguió obsesionar a más de uno, pasó a un segundo plano cuando, como un castigo digno de Babel, aparecieron las clases de idiomas.
Pequeñas cobayas: hemos decidido que, en lugar de la beca de todos los años (y de los próximos), este año fomentaremos el aprendizaje de idiomas. Chino, Japonés, Ruso y Árabe. Por supuesto, el idioma que elijáis tendrá muuuuuucho que ver en el destino que se os conceda. Claro, para eso lo hacemos. Sí. Vamos a ver, ¿tú eres de chino?... entonces irás a El Cairo.
Claro, en horario de clase. Por eso ampliamos el horario. Dios mío, yo no llego. Amanda, por favor, no me pases lista hasta las cuatro, que no llego del trabajo. Venga, y te invito a arroz con gambas.
Interesantísimas clases inconexas de análisis de Marruecos y de Estados Unidos que no teníamos claro hacia dónde nos llevaban. La pregunta de siempre... ¿esto entra en exameeeeen? Y empiezan los idiomas. Empieza el contacto con los grupos de mañana. Maldita sea, ellos van mejor, ellos estudian más, ellos son más altos, ellos son más guapos, ellos son menos macarras, ellos no trabajan, ellos salen todos los días, ¡¡¡¡¡ellos han empezado el proyecto!!!!!
F7. Tocados. No hay por dónde salir. Nos han dado. El proyecto, ese gran desconocido... para los grupos de tarde. Análisis financiero; cara de pena del profesor. Teneis que decidir, por lo menos, uno de los productos... es que no os va a dar tiempo...
Lucha de clases en el jardín zen a las siete de la tarde. ¿Pero cómo no van a haber empezado, si están aquí desde las nueve de la mañana? Bueno, no está hecho, nos queda el análisis jurídico, las certificaciones para exportar cascabeles a Mongolia, pero lo demás sí, lo demás es fácil. Es que como quedamos todos los días... Y nosotros, ¿qué hacemos, quedamos el sábado por la mañana? Vale, pero después de las doce, no? Sí, claro. Búsqueda de consuelo en los compañeros del F. No lo encontramos. Los del F también van mejor.
Y los exámenes de la segunda fase que nos acechan, como los 30 años, allí, cada vez más cerca, cada carcajada más tétrica. Y llegan sin que nos demos cuenta. Y, de la misma manera se van.
Burbuja que ríe. Chorizo a la sidra. Cabrales. Sidra. Enormes jarras de cerveza. Los tres Mosqueperros. Cámaras digitales que dejan a los más serios a la altura del barro. Bendito restaurante para eliminar la tensión de los exámenes. Nos vamos conociendo. Y nos gustamos unos a otros. Escándalo a la española, ridículo de los más espantosos, sin darnos cuenta de que no sólo nos ven nuestros compañeros.
Con el olor a fritanga y vinagreta, nos vamos a uno de los bares más cool de la Latina (de cuyo nombre no puedo acordarme) a terminar de discutir sobre Madrid. Todo el mundo viene a Madrid. Madrid es genial. Atascos, calor, el estrés, prisas, caro, sin mar... si no lo sientes, no lo sientes. Los argumentos se acaban, así que es mejor recurrir al "paletos, id a vuestras provincias", que eso siempre calienta mucho los ánimos, a ver si así les pierde la ira y dejan de decir barbaridades sobre esta maravillosa ciuidad... No funciona. El enemigo une.
¿Otra copita? ¡¡¡Claro!!! Vámonos a casa, que mañana hay que trabajar. Multa en el coche. ¿Véis cómo esta ciudad es infernal? A casa, a las tantas, otra vez.
Y no ha hecho más que empezar. Eso sí, Si tú me dices ven,...

sábado, mayo 20, 2006

Capítulo III: La dura realidad

En seguida nos vimos sumergidos en el torrente de información aburridísima que suponía el máster... unos por una cosa y otros por otra, a las cuatro de la tarde de lo único que teníamos ganas era de darnos la vuelta y observar el aburrimiento de los demás. Eso daba para mucho, claro, pero desde la primera fila era difícil, porque además daba tortícolis... Menos mal que el suplicio sólo duro una fase, y en seguida nos trasladaron a la última fila, gracias a un zurdo... por lo menos, allí era más fácil contestar mal a las estupideces flemáticas del individuo. La de veces que Cairo se habrá vuelto con cara de incredulidad "no tiene remedio, no me creo lo que me acaba de decir"; la de veces que Pekín habrá sido irónico sin obtener reacción apreciable...
Entre las sesiones de economía que debían durar ocho o nueve veces lo normal, las acojonohoras estresantísimas de marketing, y las clases de estrategia, dignas del conejo y del sombrerero loco de Alicia, nos fuimos haciendo amigos, porque no hay como un enemigo común para apiñar a gentes diversas.
Intentaron dividirnos en muchas ocasiones (no os olvideis que el de al lado os puede quitar el destino de vuestros sueños), pero no lo lograron en todos los casos...

Los grupos de trabajo enseguida se fueron repartiendo (o no) el trabajo de las miles de presentaciones que acabaríamos haciendo. Un grupo de trabajo es una cosa peculiar; nadie llegó a descrifrar muy bien la forma de seleccionar los elementos del grupo (aunque en todos había por lo menos un ADE), igual que nadie llegó a descifrar completamente el sentido de muuuchas cosas. Pero los grupos de trabajo fueron casi casi nuestras segundas familias durante la estancia en el CECO. Cada vez que había problemas, se podía oír una voz que resonaba por los estériles pasillos "la fama cuesta"...

Las primeras semanas fueron un trajín de adquirir costumbres, de saber dónde estaban las cosas, de recibir pilas enormes de fotocopias que parecían aburridísimas (y que luego resultaron serlo en la mayor parte de los casos),
de quedar para hacer presentaciones de powerpoint que no terminaban nunca de convencer porque no se sabía que se esperaba de nosotros... de preguntar, y ¿tú de qué eres? yo, de ruso, de chino... las primeras conversaciones por aquellos pasillos grises y fríos, ¿y tú dónde has pedido? pues yo en... chiquitistán... ya veremos, porque no tengo más idiomas que indostaní...

Las cosas fueron bien hasta que los idiomas empezaron a complicarnos la vida, ya no se podía quedar en el CECO para hacer los trabajos, o había que pasarse allí el día... la mayor parte (los que podían), optaron por la segunda opción, y no nos dimos cuenta de que empezaba una mudanza en masa hacia el edificio inteligente, que se hizo definitiva cuando suprimieron las comidas en los pasillos (por respeto a los demás compañeros). Aquella supresión fue el primer conato de revolución de toda una serie de ellos, que se dieron hasta julio, y que nunca llegaron a estallar, mal que nos pesara constantemente, porque siempre chocaban con la política del máster: "la vida son lentejas".

El caso es que después de muchas y muchas lentejas, muchas más de las que muchos pensamos que valía la pena soportar para que luego nos tocasen destinos peregrinos, al final, todo se quedó en una serie de experiencias extrañas... ¿os acordais la cara cuando IR nos dijo que sesenta horas de chino valían como tercero de la escuela de idiomas? ¿os acordais de cuando nos dijeron que la asignatura de la cual nos habían dado solo diez páginas de trescientas entraba entera? Seis meses que cuando se mira hacia atrás, parecen seis años por la rápida sucesión de anécdotas, estados de ánimo, nervios (de hecho, todo fue rápido e intenso menos las clases de economía) y presentaciones una tras otra. De echar cuentas a ver si llevábamos ya cumplido el 10% de ausencias, de pensar en otras cosas mientras nos daban charlas rarísimas en el salón de actos, de interminables sesiones sobre Remedy, que luego se haría nuestro mejor amigo (pero eso no lo sabíamos entonces). Seis meses de correr en los ascensores (a veces diciendo cosas que no se deben decir en los ascensores) para no llegar más de cinco minutos tarde a clase, saliendo los jueves (los que podían) y de aguantar todo tipo de climas en el jardín zen, mientras los demás echaban el cigarro... mientras bebíamos el infame café de máquina y le cogíamos el truco a las máquinas de los bocadillos para sacarlos de dos en dos (sois jóvenes, podeis aguantar seis meses de comida basura, da igual si os quitan años de vida; además, siempre podeis ir a Cepsa si no manteais a ningún camarero). De fiestas postexámenes que empezaban en la plaza mayor y acababan a las mil de la noche en casa de algún becario, con fotos lamentables incluidas, de cenas de idiomas en las que acababa interviniendo la policía...
Aquellas charlas bizantinas en el metro, los paseos por la estepa del puente aquel hasta el metro, ver cómo iban cambiando las exposiciones del Recinto Ferial, las cervecitas en el green cuando empezó a hacer bueno... seis meses.

Supongo que se puede decir que el roce hace el cariño, y aunque no hubiera sido por todos los demás factores añadidos, después de seis meses de sufrimiento y alegría alternados, nos cogimos un cierto apego. Pero las horas estaban contadas, porque nos cogimos cariño sabiendo que en el mejor de los casos, íban a separarnos durante al menos un año. Lo que ellos no habían pensado, es que, siendo la elite, encontraríamos la forma de comunicación paralela para mantener el contacto forjado... y de las cenizas del grupo G resurgió el foro de Gmail, como si lo hubieran hecho a propósito para nosotros.

viernes, mayo 19, 2006

Capítulo II: La Primera Impresión



La tarde del 10 de enero, a las 16.30h, el aula 304 del CECO cobró vida. Gente que se conocía de la universidad, gente que no, algunos que habían coincidido en los exámenes de acceso… y muuuuuuchos prejuicios.A la pregunta de “¿cuál fue vuestra primera impresión?”, sólo hay un punto en común: los que se sentaron al lado de “La Chica de Correos que salía los jueves”, Gorka y Nogales, el austriaco del sur, recuerdan nítidamente el momento. Es una pena que ella no pueda dar su versión…Sin duda, no fue la única presencia pintoresca del 10 de enero. El italiano natural de Londres también dejó huella en todos nosotros.La flema británica, la sonrisa constante y la extrema limpieza de sus palabras, a más de uno nos dejaron fuera de juego al no poder responder en más de una ocasión (no todos tenemos tanta clase...). Aunque las relaciones con su compañero de clase se redujeron pronto a expresiones muy, pero que muy similares a un “déjame en paz”, el primer correo de bienvenida que llegó a Pekín venía de Milán…Desde el hemisferio sur, después de un año se reconocieron las primeras impresiones entre los que fueron compañeros durante seis meses. El paolista inició su andadura por el CECO sin compañeros a los lados (porque Seúl no apareció y alguien había renunciado a esta experiencia), y más allá, un uruguasho vendedor de pisos con corbata de “Hola Don Pepito, hola Don José”, le miraba como a un “cántabro autista”.Ese día se creó también el Rincón del Fumador. Nunca antes (después, la ley antitabaco hará que esto sea simplemente una anécdota) nadie pasó tanto frío en el tiempo que dura un cigarrito.Lógicamente, esta es la parte que mejor recordamos algunos. Algunos que dimos la impresión de ser un guiñapo con un enorme jersey, y que salimos a fumar el primer cigarrito del máster.Hay quien dirá que nos unió el destino, que la casualidad, la inquietud, las ganas de hacer algo parecido…. yo digo que aquel pitillo hizo mucho más que todo eso. Que en ese ratito de hablar de nada, nos dimos cuenta de que el máster CECO no podía estar tan mal, que nos habíamos precipitado en la primera impresión, que podía ser divertido, que podíamos llegar a pasarlo bien con toda esa gente y que, afortunadamente, en clase, había de todo, y, por supuesto, había mucho muy bueno.Pasaron cinco minutos y volvimos a clase con otra cara. Cuando se es un poco macarrilla en un ambiente entre la seda y la chaqueta de pana (porque, todo sea dicho, luego todos decimos que somos del mismo corte…), hace ilusión encontrarse con gente parecida…

jueves, mayo 18, 2006

Capítulo I: Cuando vienes a Madrid, ya eres de Madrid...


10 de Enero. Mañana de invierno en Madrid. Gentes procedentes de todas partes inundarán en breve el salón de actos de un edificio más inteligente que muchos de sus pobladores.

Ribera del Loira 54. Misteriosa dirección para los madrileños, que los foráneos, sin embargo, encuentran con estupefaciente facilidad. Es la benevolencia del Metro con los que no conocen la bondad de las obras.

Madrileños en coche reducen la velocidad cerca del edificio, inseguros. ¿Será aquí? Quejas del resto de conductores: “¡Mujer tenías que ser!”.

Bajo el muérdago que hace que la puerta automática nunca llegue a cerrarse, poco a poco, personajes de todas las edades, formas, colores y expresiones, en una especie de vuelta al cole, esta vez en versión 2.0, pasean con más o menos garbo por la zona. Algunos intentan pasar desapercibidos entre la “élite”, otros quieren que sean los demás los invisibles. Aprendices de sastre. Análisis casi médicos a los que pasan cerca. Lucha de clases. Recuerdos de algunas caras; “! Tú estabas en mi comentario de texto! ¿Estás aquí? ¡Qué bien!”; “Me han dicho que hoy no hay clase”; “¿No sabrás qué ha sido del que estaba sentado a mi lado?, sí, hombre, uno que se parecía a Carlos Baute….”; “Pues mi primo lo ha intentado cuatro veces….”; “Yo conozco a una que estuvo tres años y no pasó del examen de inglés…”; “Pues a mí, si me dan la beca, me quiero ir a Kuala Lumpur”; “Yo conozco a un amigo de la que está en Vilnius ”…, y muchas otras perlas.

Toque de corneta. Como una manada de borregos, la nueva élite de becarios ICEX entra en tropel en el salón de actos del edificio del CECO. Hay prisa. Quieren entrar los primeros. Quieren salir rápido de allí. La Autoridad Competente lleva a cabo varios intentos de mantener al respetable en silencio. Intentos fallidos. Una rubia de bote, en el mismísimo centro del escenario prepara su estreno como coordinadora de la marabunta.

“¡Buenas tardes!”. Gritos, murmullos de bar, grupos de desconocidos planean una timba de mus esa misma tarde en casa de otro con el que coincidieron en el psicotécnico. Es una taberna en toda regla.

“¡Buenas tardes!”. Alguien oye a la rubia. Por su cabeza pasa la teoría de la educación y los buenos modales con la velocidad de un rayo y deja la misma huella que una pluma en el cemento seco. Por un momento, el iluminado siente incluso lástima de esa mujer. Sabe que las estrellas se han alineado por él. Es el único que ha escuchado el saludo de la rubia y es consciente de que debe ayudar a calmar la tempestad del salón. Por eso, decide gritar. “Ueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!”.

En búsqueda de la esencia de la vida, el respetable se une a su llamada, a ese gesto de respeto por la rubia, como si esperase con ello llegar al clímax. “Ueeeeeee!!!!, ueeeee!!!!!” Aplausos. La rubia esboza una sonrisa. No sabe que llegará a la desesperación en menos de un mes. En su interior, es consciente de que esa mueca es una indiscutible muestra de debilidad. Su pelo de monstruo de las galletas se eriza. Al enemigo, ni agua. Lo sabe. Ya lo ha vivido. Como Chenoa en sus buenos tiempos, cuando los becarios van, ella vuelve.

Elimina la fugaz expresión de su cara de pergamino. Empieza la función. Alrededor de la rubia, otra más achaparrada le guarda las espaldas. Ésta parece tener menos dotes de mando. Al lado de Triqui, se esfuerza en imitar sus gestos, anular la expresión de simpatía de su cara, enturbiarse como el monstruo. Pero no puede. Ella también fue becaria ICEX. No da más de sí. Y no le importa. Es funcionaria del Estado.

La diosa calma abre tímidamente la puerta. Pero no es capaz de posar su manto sobre los que pueblan la sala. Los menos avispados, siguen en su burbuja entre el griterío. “¿Te ha tocado mañana o tarde?””Tarde””Uff, qué putada, ¿no?””No, pedí tarde. Es que así no tengo que madrugar, paso de levantarme antes de las doce”... “Pues me han dicho que esto es para trabajar en la Embajada, haciendo cosas superinteresantes para el Ministerio y para el ICEX”...”Jobar, aquí hay gente mogollón de pija, ¿no?”. Shhhhhh!!!!! Algunos asistentes miran el reloj y empiezan a sentir vergüenza ajena. Éstos irán directos al Grupo G.

Triqui se presenta a sí misma como IR. No dice el nombre de su esbirro. Da la enhorabuena a los premiados. Aplausos. La diosa clama ha huido de la escena del crimen. Rememorando a Michel, alguno se señala la espalda en un gesto de “Me lo merezco”. El pergamino de IR adquiere una textura casi tersa. Se tensa. Se enciende. “¡Por favor, SILENCIO!”. Los insociables que irán a la 304 continúan callados.

IR se presenta como la directora del master. Explica que años ha, se trataba de un curso, pero la élite merece más. Merece un master. Murmullos. “Si no me dan la beca, por lo menos me saco un master gratis”. Ilusos. Eso es para todos. Aquí se viene a competir. Es la guerra. Miradas a los lados. “Competir….SÍ…”. Es como estar en casa. Dientes largos. Preparan sus garras. Esos irán a otro grupo.

El esbirro comenta algo con IR. Quiere protagonismo. (“Cuenta conmigo”) Se acerca a las primeras filas. Habla al oído de algún confundido. Ella no es directora del master. Le da igual. Aún sonríe.

Después de varios minutos, IR explica al respetable las condiciones del master. Alguno saca un cuaderno y un bolígrafo de la lata del bocadillo. Apunta. “IR: directora del master”. “Beca ICEX”. “Ya no es un curso, es un master. Diferencia entre curso y master: el master es más largo”. Se cansa. Se da cuenta de que lo que anota no va a ninguna parte. Esto no ceunta en el examen. El de al lado no se entera y sigue apuntando. “Becas: Nueva York es la más solicitada. También hay en Londres, París, Pekín. China está de moda. Para conseguir beca en China hay que pelear hasta la muerte”. IR asegura que sólo algunos elegidos se irán un año (chanchullos aparte: esos son elegidos).

Turno de preguntas. El grupo G, sin saberlo, ya tiene algo en común. Ha sido suficiente. Quieren salir cuanto antes. Un cigarrito. Aire. Cañas. Dudas. (¿yo tengo que volver a ir al trabajo? ¿dónde habré dejado el coche? ¿y si soy bisexual...? ¿cómo lo digo en casa?) Vámonos de aquí. De pronto, el mazo de la realidad cae sobre sus cabezas. Ante la pregunta de “¿Y cuándo empiezan las clases?”, la respuesta, como una losa, hunde a los turnos de tarde.

La élite muestra su falta de brillantez. Con 30 segundos menos, esto no habría pasado. De nuevo, murmullos. Quejas. No queremos ir al cole. El cole es una mierda. Sólo hacemos fichas, fichas y fichas. Pataleo. “Pues yo no pienso venir esta tarde”. Mentira. Ha empezado la carrera.

La asistencia es obligatoria. Éste es el temario del curso. Perdonadme, del master (claro, no es lo mismo). Homogenización de conceptos. Muchos no sois de económicas (maldita sea, ya me han visto). (Y, ¿si eres de INEF? ¿Significa que con un mes de clase, habré hecho económicas?) Abstracción del G. Queremos irnos. Somos grupo de tarde. Estamos jodidos. Hoy aquí hasta las nueve.

Turno de preguntas (otra vez). La dantesca escena se repetirá muchas más veces durante el curso, perdón, el master. “Yo es que….”, “¿Si te pasas de faltas…?”, “¿Los exámenes son tipo teeeest?”, “¿Cuentan todas las asignaturas lo mismo?”. ¿Cómo? ¿El examen de inglés? Dios mío. ¿Qué nota tengo? El que está al lado lo sabe. Sabe tus notas y las de todas las pruebas de los que están detrás, hasta la penúltima fila. Sabe quién va primero en el ranking.

La 304 al completo se pregunta dónde se ha metido. Por qué está allí, en ese momento. Qué ha pasado. Quién se ha llevado su mes de Abril.

Uno lo sabe. Es natural de Londres, aunque es italiano. Se presenta al respetable. Se escucha a sí mismo. Rivaliza en soberbia con el mismísimo Luis del Olmo. Murmullos. “Este tío es bueno. Ya tiene la beca, ¡qué cabrón! Claro, como tiene italiano…” Timbre del recreo. El respetable sale a la calle. Se miran los nombres grabados en los cristales, en celdas de colores. Mierda. Me ha tocado por la tarde. ¿Qué hora es? No me da tiempo a ir y volver. Se encienden los móviles. Melodías de perreo inundan el lugar que pronto se convertirá en La Comarca. “Mamá, no. No voy a comer, que tengo clase ahora….Sí, pero los de la tarde están peor, que tienen que volver luego”. Miradas de odio (no voy a mentar a la madre que te parió). Empieza el master CECO.

Lo' der G

Porque a la segunda va la vencida, que para eso somos la élite, aunque haya días que no se note mucho.
Pasada la mitad de la beca, y desperdigados por el mundo (pero desperdigados de verdad!! con un porrón de usos horarios de diferencia), hemos conseguido mantener los buzones de gmail calentitos de mails que llegan continuamente cargados de todo tipo de experiencias buenas y malas que nos suceden en cada rincón del mundo.
Y más que eso, porque no se trata de un mero intercambio de "¿Qué tal tiempo hace por ahí? Pues aquí llueve... ¿y allí? Aquí hace mucho sol...", sino de fotos espectaculares y lamentables que nos muestran integrados (o no) en las diferentes culturas que nos rodean; se trata de un foro lleno de insultos, declaraciones de amor y amistad eternos, poemas, recomendaciones y planes de viajes.
De un espacio de internet (por etéreo que eso resulte), que nos une a todos, y nos hace recordar aquellas sesiones maratonianas en el aula inmaculada del CECO, donde nos conocimos y supimos que estábamos destinados a ser desperdigados.
Va por nosotros!!

El Puntito del G

Después de algún intento de crear entre todos una página web, de darnos cuenta de que es necesario un compromiso al que no todos estamos dispuestos, y porque creemos que desde luego merece la pena contar lo que este grupúsculo de becarios ha hecho durante estos meses, hemos decidido que ésta es una buena opción. A ver si ahora lo logramos...

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